miércoles, 23 de abril de 2014

ESPAÑA, BORRÓN Y CUENTA NUEVA.



 ¿Realmente es utópico pensar que se le podría dar a España la vuelta como a un calcetín? ¿Qué hacer con un país en la cuerda floja y a punto de fragmentarse? Reflexionando sobre ello podemos extraer algunas conclusiones que quizás arrojen luz y esperanza.



Del sueño y el letargo de los años de vacas gordas, en los que tras celebrar un par de exposiciones universales, unas exitosas olimpiadas en Barcelona y construir miles de kilómetros de autovías y vías de AVE, cuando no aeropuertos prácticamente comarcales, con la guinda de la victoria en un mundial de futbol (esto ya en pleno estallido de la crisis),  hemos despertado de repente, sobresaltados y sin tiempo para remolonear entre las sábanas siquiera unos minutos. La sociedad española se ha encontrado repentinamente desmembrada y desarticulada. Por un lado por la impotencia y el coraje ante la corrupción generalizada, no sólo política, que se extendió como la metástasis de un cáncer durante los años de bonanza económica, conforme se veía superado el proceso de transición desde la dictadura. Por otro lado, por la frustración ante la falta de un proyecto de futuro para el país, generador de esperanzas e ilusiones. A este desolador panorama, la ciudadanía ha de añadir la falta de capacidad y coraje de la clase política que les gobierna para tomar las riendas de una nación a la deriva y los golpes que recibe desde un gobierno que sólo alcanza a tapar vías de agua a costa de acabar con la clase media y con buena parte de los derechos y libertades que habíamos conseguido tras muchos esfuerzos y sacrificios. Resulta lógico y previsible que actúen de esta manera tratándose de una generación de políticos ligados casi todos al período del declive y la destrucción de buena parte de los derechos y valores de la ciudadanía, que han salido de esa sociedad "de nuevos ricos", y  pertenecientes a los partidos existentes antes de la crisis, que se asemejaban ya en buena medida a manzanas podridas, como lo estaban también otras instituciones del país (llámense sindicatos, organizaciones empresariales, grandes empresas, cajas y bancos, etc.).

¿Qué hacer en este dantesco escenario, con los cimientos tambaleándose y el Estado a punto literalmente de resquebrajarse?. Pues desde luego nada de lo que están haciendo algunos de los principales partidos del país y sobre todo el que gobierna. 

 Imaginemos que pudiéramos hacer borrón y cuenta nueva. Y puestos a imaginar vamos a suponer que tuviésemos la posibilidad entre todos los españoles de crear un país totalmente nuevo que añadir al mundo. No pensemos en un principio que es el nuestro. Imaginemos de una forma neutra y hagamos el ejercicio cada uno de nosotros de liberarnos de todos nuestros prejuicios, de nuestras ideologías políticas o creencias religiosas. Llamémosle país X y decidamos sobre algunas cuestiones básicas. En primer lugar, qué régimen o estructura básica le daríamos. Personalmente, en mi ejercicio imaginativo particular, considero lo más razonable que fuese un régimen democrático. ¿Monarquía, república, autocracia...?. Me quedaría con la opción de constituir una república democrática parlamentaria como tienen la mayoría de países (Alemania, Italia, Portugal, Finlandia, Irlanda, Islandia, etc.). ¿Y qué modelo de Estado podría ser el más adecuado?. Vamos a suponer que el país que vamos a crear va a tener diferentes regiones con elementos identitarios diferenciados, como la posibilidad de tener incluso un idioma propio. En ese caso, a mi modo de ver, sería razonable ir a un modelo de estado federalista, como es el caso de Alemania, en el que se conjugan el actuar de forma unilateral bajo un gobierno de la nación, junto con un alto grado de autonomía para las diferentes regiones. Para ello sería necesario definir una constitución, que recogiese el marco de competencias del Estado Federal y de sus Regiones, así como de los derechos y deberes de todos sus ciudadanos.
El ejercicio no resulta tan complicado y creo que la mayoría de los ciudadanos, en el único uso de su razón (libres como he dicho de prejuicios, ideologías preconcebidas o creencias religiosas), llegarían posiblemente a las mismas conclusiones o muy parecidas a las que modestamente he llegado yo. 

En este punto, porqué no trasladar ahora todo ese razonamiento a nuestro propio país para aprovechar la crisis económica, institucional y la fractura social actual para renacer como un país renovado, moderno, preparado para un futuro estable y prometedor. En perfectas condiciones para dejar atrás definitivamente el lastre que supuso y ha seguido suponiendo hasta nuestros días la dictadura y sus 40 años de aislamiento. ¿Por qué no hacer ese borrón y cuenta nueva con nuestro país?. Sería una buena forma de elevar el grado de madurez de la sociedad española en su conjunto y de dejar desarticulado cualquier discurso político envenenado, que busque la división, la comparación, el individualismo y en definitiva su propia cuota de poder.
Si hiciésemos eso con España, dándole la vuelta como a un calcetín, lo lógico sería, en primer lugar, dar una salida consensuada y elegante a la monarquía, sin dejar de valorar el papel que ha desempeñado para nuestro país, especialmente durante los años más complicados de la transición. No habría lugar para el reproche, las actitudes vengativas o para la visión casposa de la vieja España. Borrón y cuenta nueva no significa que tengamos que borrar nuestra historia, pero si asimilarla desde un nivel de miras al que creo que debemos y podemos aspirar y que sería muy superior al de cualquier período de nuestro pasado. En segundo lugar, habría que reformar la constitución, modernizando radicalmente la que tenemos y adaptándola a los nuevos tiempos, pero buscando los mismos consensos que tuvo en su tiempo la actual. En tercer lugar, habría que cuestionarse la actual bandera constitucional. En este caso, para llegar a un consenso amplío y no hurgar en heridas del pasado, sería lógico no adoptar tampoco la ex-bandera republicana, aunque se opte por un estado republicano. Lo ideal sería elegir una nueva bandera, que no pertenezca a ninguno de los bandos del pasado, sino que pertenezca al futuro que tendríamos por delante como país cohesionado socialmente.

Y llegados a este punto, entre las cuestiones básicas nos faltaría el proyecto. Un proyecto de país realista, que partiese de la realidad actual, lamentable, pero la que tenemos, que estuviese cargado de futuro y que proyectase esperanzas e ilusiones entre la inmensa mayoría de los ciudadanos. Por tanto debería ser un proyecto también con un alto grado de consenso social, en el que las políticas a desarrollar sean una consecuencia del mismo y no al contrario, como ha venido ocurriendo, que cada partido político en función de sus cuotas o ansias de poder imponía sus políticas tratando de convencer luego a los ciudadanos de sus bondades. Un proyecto cuyos pilares básicos sean la educación, la sanidad, el medio ambiente, la innovación y la investigación, y el cumplimiento de los derechos constitucionales (vivienda, trabajo, justicia, etc.). Un proyecto, en definitiva, que seduzca al ciudadano independientemente de la región en la que resida y de la ideología que a priori suscriba, y que saque lo mejor de cada uno de nosotros, como los valores de la solidaridad y la cooperación, en lugar de la competitividad, el individualismo, la intolerancia y otros muchos elementos que han proliferado en el caldo putrefacto que se ha derramado por este país en los últimos años. Tendríamos que hacer todos el esfuerzo de dar menos protagonismo a la política con minúscula y sus líderes mediocres, y dar más protagonismo a la Política con mayúsculas y sus ciudadanos que la respaldan. Porque es fácil echar la culpa de todo a los políticos, pero tenemos que reconocer que los ciudadanos hemos vivido de espaldas a la política, y una buena mayoría en este país sólo nos hemos acordado de ella como una vía más para obtener el beneficio propio. Hemos asistido a la corrupción con una connivencia que nos ha acabado estallando en las manos. Pues bien, no miremos hacia nuestro lado para buscar culpables, no malgastemos más energías en eludir responsabilidades o acusar al prójimo. Repartamos la carga del pasado entre todos, por supuesto dejando que sea la justicia la que haga balances y ajuste las cuentas a quien se las deba ajustar. Confiemos y apoyemos más que nunca a esa justicia, démosle responsabilidad y confianza a nuestros jueces y fiscales, hagámosles partícipes de nuestras ilusiones de país y seguramente que ellos actuarán también firmes, guiados por su sentido común y con la ley en la mano. Sólo así, con confianza y responsabilidad despolitizaremos a la justicia. Hagamos un proyecto de país del que nadie quiera quedarse fuera, y tendremos resuelto el problema del independentismo, que hoy por hoy tiene una fuerte justificación, es una realidad social, y no gana fuerza precisamente por casualidad. Demos espacio a la creatividad y la sensibilidad. Es tremendamente entristecedor que en nuestro país actualmente ambas palabras parecen estar desterradas. Nunca, al menos en nuestra historia más reciente, hemos sido capaces de valorar la creatividad, de dar oportunidades a las nuevas ideas y propuestas. Eso no sólo anula nuestra propia identidad como seres humanos, sino que destruye toda posibilidad de progreso económico y del bienestar. Eso de "que inventen ellos" lo hemos tenido anclado en nuestra genética social hasta nuestros días a pesar de que lo hemos criticado múltiples veces. Y qué decir de las sensibilidades. Cuando es el dios dinero quien lo mueve absolutamente todo ¿qué espacio queda para la sensibilidad, que es la que realmente mueve y alimenta nuestros corazones y espíritus?. No somos robots, somos personas, no lo olvidemos, y todos agradecemos y crecemos humanamente con un halago, un paisaje bonito y evocador, o recibiendo o teniendo un gesto solidario con el vecino.

Por último, traten de mirarlo todo con perspectiva, desde fuera, y en nuestro tirar la casa por la ventana en imaginación, imaginen a lo que podría aspirar un país como ese que podría ser el nuestro, en un mundo en el que desgraciadamente el imperio del dinero y el lado oscuro de la globalización han destruido buena parte de los valores y virtudes de la humanidad, anulando la fuerza de nuestra conciencia colectiva. ¡Qué orgullosos estaríamos de ser sus ciudadanos!
Y ahora reflexionemos ¿es realmente esto una Utopía? ¿No creen que sería más fácil de lo que parece que se hiciese realidad? ¿no sería cuestión de empezar por creérnoslos nosotros mismos y asumir cada uno nuestra parte de responsabilidad y del trabajo? Creo que sólo nos falta la capacidad de liderazgo y empatía para que el proyecto soñado podamos hacerlo realidad entre todos. Busquemos a nuestro alrededor porque alguien capaz y valiente tiene que haber...

Tony Herrera

13 comentarios:

  1. Un artículo precioso y esperanzador. Tony, sigue por ahí, por esta "verea" constructiva y renovadora. Te doy las gracias por plasmar ideas como estas, que estoy seguro que somos muchos los que las compartimos y, que al verlas escritas, nos sentimos reafirmados en nuestros pensamientos. La esperanza es la que hace que la utopía se encarne...

    Un fuerte abrazo

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  2. No pretendo ser pesimista, pero me temo que en ese país utópico, con nueva estructura, constitución y bandera, se infiltrarían y volverían a tomar poder los políticos que ahora nos gobiernan. ¿A qué se dedicarían si no?
    No obstante, adelante con la utopía. Acerquemos la realidad a objetivos pretendidamente inalcanzables.

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    1. Intentarlo seguro que lo intentarían. Siempre habrá ciclos, y la humanidad parece en cierto modo condenada a progresar a saltos, en parte por nuestra propia condición humana. Pero yo no renunciaría al período de crecimiento humano por saber que seguramente luego daremos un importante paso atrás y porque creo que es responsabilidad de cada generación intentar dejar las cosas algo mejor de como las encontró. Aún con pasos atrás muy importantes, pienso que la humanidad en su conjunto ha mejorado, que esa especie de conciencia colectiva ha crecido a pesar de que el mundo sigue lleno de injusticias y crueldades. Seguramente a algunos nos gustaría dar un salto importante adelante que no va a ser posible, pero al menos podremos conseguir un avance en la prosperidad y bienestar global, y creo que es nuetro deber luchar por ello.

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  3. Tony. Buen articulo y con ideas frescas que es lo que necesita este nuevo pais que debemos construir. En lo que no estoy de acuerdo es en los terminos de los dos bandos. La realidad es que lo que habia en este pais era una Republica legal y Democratica y un bando o mas bien una banda de criminales y fascistas que la destruyeron a base de torturas y fusilamientos. Y eso no puede entrar en ese borron y cuenta nueva. Para contruir ese nuevo pais con todxs es necesario saber la verdad, hacer justicia y reparar a las victimas. Si no siempre sera un pendiente aunque sea un pais nuevo. Todo pais que se precie viejo o nuevo debe saber su pasado y resolver sus asignaturas pendientes, sino siempre arrastrara esa lacra y no seremos una sociedad madura.
    Un fuerte abrazo.

    Salud y Republica.

    Andrés.

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    1. Llevas razón Andrés y te agradezco que hagas aquí tu comentario y contribuyas a enriquecer el debate y el sentido de mis palabras. Sólo decirte que estoy de acuerdo en que se debe conocer la historia en todas sus dimensiones y se debe reparar a las víctimas de esas torturas de la pasada dictadura. Pero eso no lo veo incompatible con hacer ese borrón y cuenta nueva en lo que respecta a nuestra historia reciente de corrupción y denigración de la política. Y de la misma forma, en este caso eso no quitará que haya que reparar el daño a quienes los bancos les han dejado en la ruina, o sin los ahorros de toda la vida, etc. Todo eso lo englobo en lo que digo de que la justicia debe actuar, en todas sus dimensiones, y por supuesto a demanda de los ciudadanos, que es al servicio de quienes debe estar. Pero fíjate que el reparar esos daños me parece tan obvio que yo lo doy por hecho en mi discurso, y he preferido centrarlo en otros elementos esenciales en los que creo que debemos centrarnos para conseguir ese punto de inflexión, ese cambio radical que necesitamos, y que ilusione y aglutine a una inmensa mayoría de la sociedad. Por eso me parece oportuno construir el futuro no hablando de bandos, aunque los hubieron en el pasado y forman parte de esa historia nuestra a la que como digo no debemos renunciar.

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  4. killo, muy buenas reflexiones, una buena hoja de ruta, pero... demasiados obstáculos institucionalizados, y demasiados políticos anclados en un idea que les ha funcionado bien sin importarles el efecto en la población general. Lo peor es que se han llevado a muchos detrás de ese paraíso "facilón", dígase sindicatos, funcionarios cercanos a, asesores,...
    aún así está bueno que se empiece a poner en duda ciertas instituciones arcaicas de edades medias y feudales.
    A seguir por ahí y esas inteligentes argumentaciones.

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  5. Una nueva España renace, la de la dignidad


    Hay una nueva España que comienza a tomar conciencia, que se rebela contra la injusticia y por la dignidad. Es la España que desde abajo, pero no desde cualquier lado del camino, ni desde experiencias populistas, sin la esencia tradicional de la izquierda, porque no se puede decir eso de “no somos ni de izquierdas ni de derechas, somos los de abajo y vamos a por los de arriba”. Ese buen gran error del 15-M, no se puede estar en el limbo ideológico, las reivindicaciones del 15-M eran claras y concretas, pero invitaban a la confusión, a la abstención. No es ese el camino, la indignación debe canalizarse mediante el voto comprometido y claro
    ¿Qué hubiese ocurrido si el 15-M, en lugar de pedir la abstención y meter a todos los políticos en el mismo saco, hubiesen pedido y canalizado esa indignación hacia la formación que compartía, y no por oportunismo, sino porque lo venía haciendo durante años, esas mismas reivindicaciones?


    Es necesario que se sepa, que somos de izquierdas y como tales republicanos. Que no nos da lo mismo una cosa que otra, ni todos los políticos son iguales, ni tampoco todas las ideas. Debemos decir con claridad cuáles son nuestras ideas y nuestros objetivos. Que nos somos un producto de marketing circunstancial y oportunista. Debemos dejar claro que luchamos desde la izquierda real, desde la izquierda republicana y comprometida con la sociedad en general pero sobre todo con las capas más desfavorecidas de esa sociedad, con la clase trabajadora. Una sociedad que comienza a caminar en su lucha por su dignidad hacia un futuro de libertad, que intenta recuperarse del latrocinio y de la pesada losa que nos impuso el dictador en forma de monarquía borbónica.


    Las marchas por la dignidad del mes de marzo, o las manifestaciones por la república no han sido flor de primavera que se seca y se olvida, han sido la savia necesaria para iniciar un camino que apenas hemos comenzado a recorrer.

    Para así construir una nueva sociedad sobre cimientos nuevos, los viejos cimientos están podridos por la corrupción, no basta “reformas estructurales”, es necesario construir desde abajo, una experiencia nueva sobre las bases de la ética y la justicia, pero también desde la libertad y la democracia y la dignidad, de la República.


    Ya hay un español que quiere
    vivir, y a vivir empieza
    entre una España que muere
    y otra España que bosteza.
    Españolito que vienes
    al mundo, te guarde Dios.
    Una de las dos Españas
    ha de helarte el corazón”.

    Antonio Machado

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    1. También comparto en gran medida estas palabras tuyas Andrés. Las cuales te vuelvo a agradecer y mucho, porque además de tu sabiduría y sensibilidad, muestran tu compromiso e interés por hacer lo imposible por cambiar el lamentable escenario que nos rodea. Pero mi razonamiento, el objetivo de mi artículo, pretendía ser ajeno a las ideologías, buscando precisamente la pureza del sentido común, un ejercicio prácticamente de aplicación del método científico, más aséptico. Hacemos el experimento en una campana aislada, eliminando cualquier elemento pertubardor, controlando los parámetros que nos interesan, observando los resultados y obteniendo unas conclusiones. He pretendido demostrar a quien lo lea, que muy probablemente en el uso de su sentido común, llegaría con facilidad a un consenso en temas tan importantes que, cuando se meten de por medio las ideologías, seguramente arrojarían conclusiones radicalmente diferentes en muchos casos. Por ejemplo la idea de ser un país monárquico o republicano. Lo que he intentado, con mis limitaciones lógicamente, es demostrar que hacer un proyecto de mucho consenso y que ilusione a una gran mayoría de los españoles sería perfectamente posible, incluyendo a los de regiones que hoy por hoy ya se ven más fuera de España que dentro. Ese era mi objetivo principal, y por eso no he querido añadir otros elementos o matizaciones, que a parte de hacer aún más largo el artículo de lo que ya es, difuminarían el objetivo central que me había propuesto. Pero como siempre tus palabras son sabias, añaden matices importantes y enriquecen a quien se anime a seguir este blog o el debate de este artículo. Un fuerte abrazo

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    2. Entonces Compañero Tony, estamos de acuerdo y seguimos en la lucha por conseguir ese nuevo espacio de igualdad y justicia. Claro ejemplo de ello y en nuestra humilde aportacion estara la Casa de la Memoria que esta muy avanzada y veras cuando nos visites de nuevo. Sera un espacio como el de la Casa Verde, con vida propia y proyeccion participativa de todo el que quiera, para esos objetivos comunes que deberian unirnos como sociedad en bien de un futuro mejor y para las generaciones venideras.
      Un fuerte abrazo y Salud.
      Andrés.

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  6. Antonio, estaría bien matizar el tema del imperio del dinero y del lado oscuro. El dinero, hasta hace muy poco, y como todos sabemos, era el oro, y no el papel moneda que nos obligan a utilizar los bancos centrales a través de los gobiernos. El dinero tiene una utilidad fundamental en la sociedad, evita el problema de la doble disponibilidad para intercambiar bienes (si yo quiero algo que tú tienes o produces, no es necesario que tu también quieras algo que yo produzca, y el intercambio voluntario se hará con facilidad si le damos valor a algo común, el oro). Además, el dinero no fue diseñado o creado, fue resultado de la voluntad de millones de personas a través del tiempo. Carl Menger lo explica a la perfección en "el origen del dinero". Un saludo a todos

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    1. Juan Pedro, te agradezco tu comentario y participación. No cuestiono el origen del dinero, ni siquiera su sentido práctico respecto a las ventajas que puede tener frente al trueque. Lo que cuestiono cuando hablo del "dios dinero" es que se haya convertido en el único elemento de comparación y valoración incluso entre las propias personas (tanto dinero tienes, tanto vales). Igualmente cuando hablo del "lado oscuro de la globalización", me refiero a los efectos negavitos devastadores que ha tenido sobre el comercio o sobre muchos elementos culturales por ejemplo. Esto no quiere decir que haya otro lado luminoso y cargado de ventajas en esa globalización. Gracias nuevamente por tus aportaciones y reflexiones.

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    2. Tony, perdona la tardanza, acabo de meterme otra vez por aquí. La escuela austriaca de economía da muchas respuestas acerca de esos culpables y de las causas por las que se producen esos efectos negativos. Hablamos ;)

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  7. Ojalá tu sentido común fuera el más común de los sentidos. Un abrazo. Juan José Téllez

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