En esta ocasión os invito a leer este interesantísimo y profundo análisis sobre la actual incertidumbre electoral y la viabilidad de los posibles pactos que ha realizado Joan Corominas Masip, y que ha tenido la deferencia de publicarlo en este blog.
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Estamos estrenando una situación del final del bipartidismo surgido de las
diferentes elecciones desde el inicio de la transición, incluso del
bipartidismo imperfecto y dándonos de bruces con el cuatripartidismo surgido de
las elecciones del 20D.
Ha pillado con falta de experiencia
y entrenamiento a los grupos políticos para resolver los pactos necesarios para
conseguir el acuerdo entre diversos partidos que permitan una mayoría
parlamentaria viable, y estable, propia de un sistema democrático
representativo.
En las legislaturas iniciadas con las elecciones de 1982, 1986 y 1989 el
PSOE obtuvo la mayoría absoluta, igual que el PP en las de 2000 y 2011. En las
demás el partido que consiguió la mayoría parlamentaria obtuvo entre 156 y 169
escaños, completando con acuerdos de investidura fundamentalmente con las
minorías nacionalistas de derechas.
La única ocasión en que
el partido gobernante no consiguió una mayoría absoluta de origen o pactada fue
en la legislatura de 2008 en la que el candidato del PSOE resultó elegido en
segunda convocatoria con una representatividad del 48,3% del Congreso.
Fuente: elaboración
propia
Predecir la viabilidad y estabilidad de las coaliciones de gobierno no es tarea
fácil al interactuar los intereses y posiciones ideológicas de los partidos que
apoyan al gobierno y los que forman la oposición, sobre los posibles acuerdos
que obtengan la representatividad requerida.
Los intereses de cada partido están muy ligados a obtener la mayor cuota de
poder actual o futuro, y su valoración por cada fuerza política utiliza, desde
su interpretación de los distintos escenarios, la teoría de los juegos.
La posición ideológica de cada partido influye, más o menos decisivamente,
en la formación de coaliciones de gobierno y oposición. Una manera de
cuantificar la posición ideológica de las coaliciones es ponderar en función
del número de escaños que aportan las fuerzas que se coaligan, y las que se
oponen, la posición ideológica que los ciudadanos otorgan a las diferentes
fuerzas políticas en los sondeos electorales del CIS (entre 1 para las
posiciones de extrema izquierda y 10 las de extrema derecha)
He elaborado un índice de viabilidad
del pacto de gobierno, que tiene en cuenta la diferencia de votos a favor
del mismo menos los que están en contra, dividiéndola por la diferencia de la
posición ideológica ponderada de la coalición de gobierno y la de la oposición.
La condición de viabilidad de la coalición de gobierno requiere que el índice de viabilidad del pacto sea
positivo, y la estabilidad de la misma aumenta
al crecer este índice. En las 10 legislaturas que se han sucedido desde
la transición el valor más alto (28,3) se dio en 1982 con la victoria por
mayoría absoluta del PSOE y el más bajo (3,2) en la segunda legislatura de José
Luis Rodriguez Zapatero, en 2008, en la que el PSOE gobernó con pactos
mayoritarios, pero que no alcanzaron la mayoría absoluta de la cámara.
Los resultados de las elecciones del 20D de 2015 reflejan que la
distribución del voto mayoritario de los ciudadanos ha recaído en 4 fuerzas
políticas (PP, PSOE, CIUDADANOS y PODEMOS), y con una importante delegación de
responsabilidad a partidos nacionalistas en Catalunya y Euskadi. No obstante,
esta rotura con el tradicional modelo de partidos mayoritarios surgido de la
Transición, ha mantenido el peso de las ideologías de izquierda, derecha y
nacionalista de manera muy similar a los 11 procesos electorales anteriores: se
ha producido una recomposición de las fuerzas políticas hegemónicas dentro de
cada grupo ideológico.
Como consecuencia la legislatura actual ha roto con el modo de conseguir
mayorías estables de gobierno, introduciendo posibles alternativas de acuerdos
que pueden requerir atravesar fronteras ideológicas clásicas de derecha e
izquierda, o de posiciones nacionalistas (unionistas o separatistas), creando
un puzle de complicada resolución. Se ha visto claramente en la primera
votación de investidura de Pedro Sanchez (PSOE con apoyo de CIUDADANOS) en la
que la han apoyado 130 diputados y la han rechazado 219.
Complica, hasta en algunos casos hacer imposible los pactos, la aparición
de líneas rojas, reales o magnificadas, que fijan algunos
partidos y que impiden ser traspasados por ellos o que las traspasen otros
posibles aliados.
Fuente: elaboración
propia
9 son las principales coaliciones que pueden desarrollarse en esta
legislatura, en las que una la lidera el PP y en las demás el PSOE es la fuerza
de gobierno, aunque en tres casos conduciría a un gobierno de coalición con
PODEMOS. De ellas 5 presuponen pactos transversales de izquierdas y derechas,
una es monocolor de izquierdas y 3 necesitan pactos de izquierdas con
nacionalistas de derechas e izquierdas. La oposición sería siempre de derechas
(el PP como fuerza mayoritaria), salvo en la solución conocida como gran coalición en la que partidos de
izquierdas ejercerían la oposición.
De los 9 posibles pactos, 3 son inviables por no alcanzar más apoyos a
favor que en contra (índice de
viabilidad negativo). Las líneas
rojas establecidas por todos los partidos en alguna o varias coaliciones
posibles impediría 6 posibles pactos de gobierno. Precisamente los dos únicos
pactos sin líneas rojas resultan
inviables: estamos ante un laberinto creado pasito a pasito por todos los
partidos para inhabilitar cualquier solución.
Las líneas rojas más
consistentes son las que impiden al PSOE participar en la gran coalición con el PP y CIUDADANOS, y en las dos coaliciones que
requieran la abstención o el apoyo de los partidos nacionalistas separatistas
con la condición previa de estos de exigir la aceptación en mayor o menor grado
del derecho a decidir. Estas últimas
obtendrían un rechazo aún mayor del PP y CIUDADANOS, partidos con los que
inexorablemente hay que contar para una modificación constitucional que hiciera
posible el derecho a decidir.
Descartadas las 2 coaliciones inviables (la primera de ellas ya fracasada
en la votación de investidura de Pedro Sanchez) y las cuatro con líneas rojas insalvables, quedan 3 que
deberían intentarse a partir del 4 de marzo hasta el 2 de mayo, fecha en la que
estaríamos llamados a repetir las elecciones.
Se trataría de partir del pacto obtenido entre PSOE y CIUDADANOS, y
conseguir la abstención del PP o de PODEMOS, COMPROMIS e IU, añadiendo
aportaciones de interés para los partidos que ofrecieran su abstención. Tiene
un mejor índice de viabilidad la apoyada
con la abstención del PP que la que se conseguiría con la abstención de las
demás fuerzas de la izquierda, lo cual no predefine su deseabilidad para el
conjunto de la ciudadanía. La primera tendría la ventaja adicional de que no
situaría al PP en una posición previa de bloqueo de cualquier cambio
constitucional.
Un muy buen índice de viabilidad
obtendría la coalición del PSOE, CIUDADANOS, PODEMOS y los demás partidos de la
izquierda: hay campo de juego para llegar a cesiones mutuas que permitan este
pacto de gobierno que podría revertir una parte importante de los destrozos
resultantes de la crisis de 2008 (y de las políticas de austeridad promovidas
para hacerle frente) y encauzar un modelo de salida de la crisis más inclusivo
y sostenible. Su viabilidad exige que la barrera derecha-izquierda sea franqueable, aunque se mantengan recelos y
vigilancias mutuas.
Si no se consigue alguno de estos tres posibles pactos volveremos a las
urnas el 26 de junio. Probablemente la mayoría de los partidos políticos, si no
todos, están escudriñando las ventajas o
pérdidas que les reportaría llegar a unos nuevos comicios y actúen en estos dos
meses en función de sus expectativas futuras.
Pero también los ciudadanos contemplan con estupor y rabia que los partidos
a los que han elegido no sepan, o quieran, deshacer este complicado laberinto
político. Seguramente si volvieran a ser llamados a votar, la parte de la
sociedad menos interesada en la política tendería a aumentar la abstención. Los
que se inclinaran a volver a votar seguramente tendrían en cuenta, dentro de su
campo ideológico, los esfuerzos realizados por los diversos partidos para
resolver el difícil equilibrio que decidieron ellos el 20D, modificando su voto
en función de esta premisa.
Algunos sondeos de opinión han adelantado que probablemente los grandes
grupos de derecha, izquierda y nacionalistas permanecerían inalterados,
mejorando la posición de los partidos políticos que consideren que han sido más
fieles a la voluntad de los ciudadanos de recomponer nuestro sistema de
partidos políticos mayoritarios y penalizando al resto. Los cambios,
probablemente, no superarán el 2% del total de votos, en más o en menos,
obtenidos el 20D.
Con la distribución de escaños que corresponden a cada porcentaje de votos obtenido, fruto de la
aplicación electoral de la ley d’Hont, un aumento del 2% del voto otorgado a un
partido (hipótesis) conduciría a un incremento de 9 escaños y la
correspondiente pérdida en el mismo 25 en otro disminuiría su resultado en
otros 9 escaños. Este es el pequeño margen previsible de variabilidad del espectro
político actual en un nuevo proceso electoral.
Hasta aquí mi interpretación del proceso de configuración de un nuevo
gobierno para resolver los problemas de nuestra sociedad: salida de la crisis,
reducción de las desigualdades, nuevo modelo de crecimiento económico, lucha
contra la corrupción, fortalecimiento institucional y solución negociada al
conflicto con Catalunya, buscando su integración, y las de todos los
territorios, en una España inclusiva. Para llevar a cabo estas tareas es
imprescindible actualizar y reformar la Constitución, que es tarea inexcusable
para el acuerdo y acomodo de todos los partidos y territorios.
Es mucho lo que les pedimos a los partidos a los que hemos votado y que
queremos que no nos defrauden: ES SU HORA, más allá de sus intereses y
quereres.
Joan Corominas Masip